Los diferentes tipos de iluminación según la tonalidad de la luz, cuál es mejor y en qué lugar

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Hablemos hoy de iluminación en el hogar. Intentaremos que se nos encienda la bombilla para abundar en un asunto crucial a la hora de vivir: la luz que posee ese lugar concreto en el que desarrollamos la mayor parte de nuestras vidas. Por supuesto, no todos los hogares han de estar dominados por un mismo modelo de iluminación. Pero ni siquiera la luz debe ser unitaria en toda la casa. Cada espacio tiene un tipo de luz ideal y eso tiene mucho que ver con esa primera sensación que provoca en cada uno la entrada en una o en otra dependencia de un hogar.

Pero, cuando hablamos de luz ¿de qué estamos hablando exactamente? Sería mejor, en todo caso, hablar de iluminación. La primera posee una evidente connotación natural; la segunda, por el contrario, necesita de la intervención humana para llevarse a cabo.

En este contexto, podemos distinguir tres tipos diferentes de iluminación: cálida, neutra y fría. Esta catalogación es, en principio, de esas evidentes que cualquiera puede comprobar, pero se sustenta en la temperatura de la luz. Pero, ¿cómo? ¿Que la luz tiene temperatura? Pues sí, se mide en Kelvin (hasta hace nada, Grados Kelvin) y tiene la K como símbolo mundialmente aceptado. La temperatura de la luz, también denominada temperatura de color, se define comparando su color dentro del espectro luminoso con el de la luz que emitiría un cuerpo negro calentado a una temperatura determinada. Esta escala Kelvin se desarrolló a partir de la escala Celsius, de tal forma que 273,15 K era 0 °C, el mismo que siempre se entendió como punto de fusión aproximado del hielo.

Según este modo de medir, se entiende que una luz es cálida si tiene un valor inferior a 3.300K; hablamos de neutra en un rango cercano a los 4.000K, mientras que consideramos que una luz es fría si está en el entorno de los 6.000K.

Iluminación cálida, neutra y fría: tonos y lugares ideales

Además de esta diferenciación meramente numérica, también tiene mucho que ver la percepción del ojo humano. Así, con la luz cálida predomina el tono ámbar o amarillento, mientras que, en la luz fría, el color dominante está cercano a los azules, y los tonos blancos son los que más aparecen si utilizamos una iluminación neutra.

La propia palabra calidez posee una connotación evidentemente positiva. La podemos conectar, sin demasiado riesgo a equivocarnos, con una sensación agradable, de paz y de descanso. Por ese motivo, una luz cálida es ideal para dependencias muy concretas de un hogar como el salón o, sobre todo, los dormitorios. La idea es que la iluminación sume al espacio el confort que necesitamos para recuperarnos de la actividad de todo el día.

Existe una excepción a esta regla no escrita y esa sucede en el caso de que alguna de las habitaciones de la casa se utilice como despacho. Incluso, con la complejidad actual del mercado inmobiliario, en más ocasiones de las deseables, trabajo y descanso conviven en el mismo lugar. En ese caso, la iluminación más adecuada suele ser la típicamente neutra, especialmente para cuidar la vista y no sufrir problemas oculares, manteniendo, a la vez, la concentración por un tiempo más prolongado.

Esta iluminación neutra, a medio camino entre la cálida y la fría, se antoja la más natural de las tres y suele ser la perfecta para, por ejemplo, colocar en una cocina, espacio familiar de gran trasiego que necesita de una buena iluminación. Una iniciativa algo más arriesgada pero que, generalmente, provoca buenos frutos, es descantarse por luz cálida para techos y paredes, que iluminen toda la cocina, y varios focos dirigidos con bombillas LED de luz fría, en apliques y lámparas auxiliares.

La iluminación fría, caracterizada por su intensidad y su tono marcadamente azulado, está estrechamente ligada con la actividad. Por este motivo, es más habitual en entornos de trabajo, como oficinas, que en un hogar; si bien, está más que recomendada para baños pequeños. En ese caso, las tonalidades frías son más convenientes, porque amplían la sensación de más espacio. Si ese baño, por el contrario, posee dimensiones más razonables, es aconsejable colocar algún punto de luz cálida focalizado en el espejo, aunque la iluminación general siga siendo fría.

Las características técnicas que hacen que una iluminación sea cálida, neutra o fría son, como hemos visto, plenamente objetivas. Sin embargo, todo lo demás, esto es, dónde queremos instalar según qué tipo de luz, depende mucho más de la subjetividad de cada persona. El camino está, más o menos, indicado y siempre merece la pena dejarse aconsejar por los especialistas, pero la decisión final será de quien más tiempo vaya a estar bajo esa luz, ya sea cálida, neutra o fría.

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